domingo, 28 de febrero de 2010

Sala dos, fila 15.

Me encanta recuperar algo del armario, meter la mano en un bolsillo y encontrar una entrada de cine.

Tras el reencuentro, te fijas en el título, el asiento o la fila. 
Pero al segundo, cuando ya te dirigías a tirarla, te lo piensas.

Al comprarla, buscas los mil y un descuentos aplicables, te quejas de lo caro que es estar ahí dentro hora y media, y haces cálculos para poder pillar las palomitas.

Una vez en tu butaca, ya los trailers tienen el poder de absorberte; de llevarte a otro mundo, de sacarte del tuyo y causar nervios infantiles.

Conforme los minutos pasan, en ocasiones te enganchas al film o en deseas que termine y crear nuevos planes.

Pero cuándo con el tiempo, miras la entrada.
Sonríes mientras recuerdas la compañía, el abrazo de hora y media, las miradas furtivas por el rabillo del ojo.
Lo poco que te costo hacer pirola por acudir al estreno.
Que vio la peli por segunda vez sólo porque tú querías verla, o que saliste de la sala bailando.

Ir al cine es algo más de 7 euros y un buen guión, es contagiarte de la belleza de la sala, del espíritu del protagonista. Es compartir lágrimas con los asistentes.
Es coleccionar recuerdos en una entrada.


lunes, 22 de febrero de 2010

Billete a la realidad

Tras semanas de viajes, ocio y glamour, codeándome estos últimos días con la "jet" de la "jet", era el momento de volver a la realidad; recuperar mi vida, pisar suelo y volver a caminar.

Pero jamás esperé algo así.

Llegué a Atocha media hora antes de lo esperado. Me adentré en su maravillosa junglita que te recibe y despide siempre impasible y testigo de grandes historias ahí ocurridas, buscando la única cafetería en la que se puede fumar.

Infusión y napolitana, aposté sobre seguro, cuando alguien interrumpió mi merienda.

Una chica jovencita con un par de niños, andaba por la estación desesperada, avergonzada y descompuesta.

Se limitaba a pronunciar: " Pérdone, siento molestarle pero estoy pasando por un mal momento y me veo en la necesidad de pedirle ayuda..." 

La gente que ahí se encontraba no levantaba la vista de su periódico y negaba con la cabeza.

Mi corazón se encogía y dejó de palpitar durante unos segundos.

Al ver que se acercaba hacia mí, creí que eran las tres mejores personas que podían completar las sillas vacías de mi mesa y sin dudarlo ni un momento no le dejé hablar y le ofrecí asiento. Pregunté a mis acompañantes que querían tomar.

Batidos calientes y bocatas alimentaron sus almas; un par de guiños a los peques devolvieron la ilusión a sus brillantes y cansados ojitos; una corta conversación y un par de recomendaciones, la esperanza a una madre.

Desconozco si habrá hecho todo lo que me prometió, pero su abrazo me hizo volver, había olvidado que esto existía y que una niñata como yo pudiera reaccionar así.

Mi bolso de Dior casi dejó de importarme, esta vez iba erguida, sonriente y segura, no porque mi conjunto fuese el adecuado sino  porque me atreví a hacer lo que nadie; escuché y presté ayuda a alguien que lo necesitaba.

Dejemos de leer la actualidad,levantemos la vista y  cambiémosla siendo protagonistas de ella.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Fugitivos.

Huimos.

Lo hacemos juntos y eso es lo que importa.

Maletas, sonrísas, canciones y nervios.

Concretar la hora, que jamás se cumple, subirte al coche y sentirte libre.

Nosotros, una casa, un festival y nieve...

¿Alguien da más?


martes, 9 de febrero de 2010

Sí, eras indispensable.

Ella para el tiempo.

Aparece siempre con sus pequeños quiquis.
Te ve, y dibuja una pequeña y profunda sonrisa.
Te abraza, y respiras hondo.
Pronuncia la palabra "tía", sin ser cosciente de las taquicardías que esta provoca, y comienza a contarte las mil y una aventuras vividas en su gran mundo pequeño.

Agarra tu mano con fuerza y está contigo, estes triste o cansada, compartirá sus ganas de vivir, de jugar, de ver el mundo...

Ilusiones de su aún lejano próximo cumpleaños, o su infinita lista de regalos, provocan guiños infinitos.

Sus besos de pollito o sus bailes, dignos del Ballet Nacional, hacen que todo tiemble, que sea secundario o menor a como lo veías con anterioridad.

El cómo regala mimitos, o su reacción con la gente a quien se cruza, te pertuban; es algo natural, sólo lo posee ella.

Su caracter, expresiones o gestos con desdén provocan mil y una carcajadas y que resulte indispensable en la vida de uno.

Verla ahora acostada y saber que mañana volveremos a gastar el día juntas, un auténtico placer.

jueves, 4 de febrero de 2010

Bienvenido a casa Goñi

Ayer, siendo fiel a mi nuevo objetivo de descubrir y evitar el apalancamiento, asisití en vísperas a mi último examen de este cuatrimestre al conciertazo de Revolver en el Teatro Principal de Zaragoza.

Increíble, no puedo definirlo con otra palabra. Cerca de tres horas de concierto; un bajo, un acordeón y Goñi, su guitarra y su armónica.

A los asistentes nos ofreció un paseo por su carrera, sin track list, creándola según el ánimo del patio de butacas y cogidos de su mano; sólo debíamos cerrar los ojos y disfrutar.

Lloré, reí y baile como lo haría una auténtica grupi.

Ya en la cama, lejos de pernoctar por el último spring o hacer nervios; repasé cada una de sus palabras ofrecidas esa noche, la letra de sus canciones que algunos se niegan a entender, la forma de mover sus manos, o el brillo de sus ojos cuando al término del espectáculo nos agradeció la asistencia uno a uno.

Él, y mi querida y fiel compañera me hicierón ver que anoche tuve más de lo normal.

Goñi, Bienvenido, te has ganado tu hueco en Woodstock!

http://www.youtube.com/watch?v=vzXauL2BhdU&feature=fvw

martes, 2 de febrero de 2010

Que llueva sobre mojado

Me gusta perder el tiempo en la ducha, encerrarme en el baño y convertirlo en mi paraíso por unos minutos.
Cierro la ventana, pongo la toalla sobre el radiador, enciendo la radio y me enchufo un piti.

Mientras dejo correr el agua y elijo el modo en que quiero que caiga , me despojo de ropajes y pienso en cosas que en ningún otro momento del día pasan por mi cabeza.

El espejo comienza a empañarse y angustias, problemas o el "debería haber llamado a no se quién", o, no me dará tiempo a encargarme de todo eso lo encuentro escrito sobre él.

Entre estribillo y estribillo de los números uno de los super 40 también recuerdo cosas sin sentido, sin relación alguna a la habitación en la que me encuentro.Pero solo entonces, aparacen.

Superviso que no falten el gel, el champú o la toalla de pies; subo la radio y corro la cortina, por desgracia compruebo en el espejo que por mi tono de piel el verano quedó ya muy lejos, y me preparo para el momento.

Bajo el agua todo desaparece, se esfuma no hay mundo, solo el grifo y tú. Es maravilloso.
He de confesar que a mi paraiso siempre invito a la radio, ella nunca falta ; me permite ofrecer espectaculares conciertos, coreografías imposibles y un par de chillidos de mi padre.

Me lo paso bien, disfruto, desconecto, y juego con el champú a hacer peinados como en la infancia.

Tras 20 minutos laaaaaargos la abandono y sí, cuando me envuelvo en la toalla me creo una estrella, una triunfadora, alguien a la que para cenar de primer plato le serviran el Mundo.